La Comunicación entre las parejas eternas
Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) sostenía que “comunicarse es natural; aceptar lo que nos comunican es un arte adquirido.”
Comunicarnos no
implica estar de acuerdo, y dado que somos individuos diferentes en
muchos niveles, necesitamos tener en cuenta que los desacuerdos surgen
en toda relación, y que necesitamos aprender a resolverlos.
Cuando nos expresamos,
es preciso recordar que no se trata de tener razón, sino de tener una
interacción que conduzca a la comprensión mutua. Aunque se “gane”
durante una discusión, esto no es una solución y el problema persistirá
-en realidad, pierden ambos-. Tendemos a tomar los desacuerdos como si
se tratara de un ataque personal. Queremos tener razón y ganar; en tales
casos, resulta más importante nuestro argumento que el vínculo.
Defender a rajatabla nuestro punto de vista no permite resolver los
conflictos; por el contrario, los perpetúan, conduciendo a la
competencia y al resentimiento.
¿QUÉ OCURRE CUANDO HAY UNA SOBRECARGA EMOCIONAL?
Cuando existe una
sobrecarga emocional no es aconsejable intentar un diálogo; en realidad,
en esos momentos no estamos demasiado interesados en el punto de vista
de la otra persona. Las emociones intensas son contagiosas e inducen en
la otra persona una energía afín; basta con observar lo que ocurre en
las manifestaciones o las marchas cuando una persona comienza a actuar
de manera violenta, generando a menudo un efecto dominó. Por otra parte,
las reacciones emocionales intensas generalmente indican que se ha
activado algún dolor pasado no resuelto. La reflexión personal previa no
sólo nos permite expresarnos luego de manera tal que la otra persona
nos pueda escuchar, sino también descubrir aspectos propios en nuestra
sombra.
¿UNA REFLEXION FINAL?
Voy a recordar un sabio relato sufi. Un sultán soñó que había perdido todos sus dientes.
Al despertar, ordenó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia, mi Señor! -exclamó el sabio-.
Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! -gritó el Sultán-. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y encargó que le dieran al sabio cien latigazos.
Más tarde, ordenó que le trajesen a otro sabio y éste, después de escuchar atentamente al Sultán, le dijo:
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada.
El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa, y ordenó que dieran al sabio cien monedas de oro.
Cuando abandonó el palacio, uno de los cortesanos le dijo, admirado:
- ¿Cómo es posible? La interpretación que habéis hecho del sueño es la misma que el primer sabio.
- Recuerda bien, amigo mío -respondió el segundo sabio-, que todo depende de la forma en que se dicen las cosas.
"Uno de los grandes
desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación
depende la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
La verdad debe ser
única en cualquier situación, de esto no cabe la menor duda, más la
forma en que es comunicada es la que provoca, en algunos casos, grandes
problemas.
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos
contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un
delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será recibida
con agrado”, concluye Alicia.
AMIGARNOS CON NUESTRAS EMOCIONES EN LUGAR DE PROYECTARLAS
"La solución de los
conflictos sólo es posible cuando está basada en la cooperación (obrar
en conjunto), y en la predisposición para encontrar soluciones.
No se trata someterse a la otra persona, sino de ciertas renuncias que beneficien a la relación.
Y a veces, uno de los dos debe ser el primero en buscar soluciones…"
"LAS PERSONAS SABIAS BUSCAN SOLUCIONES, LOS IGNORANTES SE LIMITAN A CULPAR." (TAO 79)
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